Ayudas a la automoción

25 06 2009

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Hace unas semanas el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijoo, anunció el “Plan gallego” de ayuda al sector de la automoción, en el que se incluyen subvenciones de entre 700 y 1.500 € para la compra de vehículos industriales ligeros y, para los vehículos particulares, de 500 € para los de precio inferior a los 10.000 € y de 700 € para los de precios que oscilen entre los 10.000 y los 27.000 €. Estas ayudas complementarían así las prometidas por Zapatero.

A continuación os pongo los links a las principales noticias relacionadas con este tema:

  1. Noticia 1: ¿En qué consiste la subvención?
  2. Noticia 2: Objetivo: aumentar las ventas un 15% hasta final de año
  3. Noticia 3: Impulso a la Automoción

Entiendo que estamos en tiempo de crisis, que mucha gente vive en Galicia del sector de la automoción y que el descenso de la venta de vehículos hace levantar las alarmas de la economía de manera inmediata. Pero como la palabra crisis es sinónimo de oportunidad, creo que se podría haber aprovechado el momento, y el dinero invertido en este Plan Renove, para impulsar de manera decidida el transporte público en nuestra Comunidad Autónoma.

En tiempos de crisis, nuestros gobernantes deberían plantear una política económica compatible con el estado del bienestar y con la protección de la salud y del medio ambiente, por ello me gustaría analizar en profundidad esta medida, criticar sus puntos débiles y proponer alternativas más eficaces.

Para empezar, ayudar a la automoción tradicional significa apostar por una movilidad arcaica, 9 veces más cara que el transporte público sin contar costes externos (accidentes, muertos, heridos y lisiados, contaminación, ocupación de espacio público, etc.). En contrapartida, incentivando el transporte público se generaría más ocupación y de mayor calidad, reduciría los costes externos antes mencionados y descendería la dependencia exterior del petróleo. El transporte público se podría incentivar a través de muchas medidas:

  • Promoviendo y financiando autoridades del transporte, que permitan ampliar servicios y gestionar abonos de transporte mensuales integrados.
  • Incrementando los servicios ferroviarios, de autobuses y marítimos, conformando una red integrada en toda Galicia que permita acceder a la mayor parte del territorio sin necesidad de recurrir al coche.
  • Promoviendo el cambio modal, como se está haciendo en otros países europeos (Bélgica, Dinamarca, etc.). En estos países, en vez de dar dinero para comprar coches, se está regalando todo el transporte público anual para aquellos ciudadanos que den de baja su vehículo y no lo cambien por otro.
  • Creando núcleos de cercanías en nuestras áreas metropolitanas, con títulos de transporte combinados y con compenetración de horarios.
  • Promoviendo el transporte no motorizado a través del descuento del IVA en compras de bicicletas (bajar del 16% actual a la mitad) y de políticas de bicicleta pública, y fomentando el uso de flotas compartidas de vehículos privados entre la ciudadanía (carsharing y car-pool).

Por otro lado, si se financia el transporte motorizado se debería tratar igual al resto de transporte, invirtiendo en infraestructuras ferroviarias modernas (y no sólo en AVE), que estimulan sectores muy diversos (sector metalúrgico, eléctrico, de las comunicaciones, de material móvil, etc.) así como el de la construcción. Además, la promoción de infraestructuras ferroviarias no sólo estimularía la ocupación de sectores en crisis, como la construcción o el metal, sino que además sería una gran inversión de futuro, pues incrementaría la capacidad de nuestro transporte sin colapsar nuestro territorio.

Y por último, si se financian vehículos privados sólo para salir de la crisis (o para ir tapando los problemas más visibles), que esto se haga fijando unas condiciones mínimas:

  • Las ayudas se deberían restringir a vehículos particulares de valor inferior a 20.000 €, para evitar que las ayudas a la demanda se conviertan en un cheque para complementos de los vehículos o para hacer un salto de gama.
  • Las ayudas se deberían limitar sólo a los vehículos más sostenibles: aquellos con tecnología híbrida, los Euro 5, los de propulsión eléctrica o de gas natural, o a aquellos que produzcan emisiones inferiores a los 120 g/km.
  • Condicionar el plan al desguace previo de un vehículo más antiguo y contaminante, o como mínimo reducir las ayudas a los que no lo hagan.
  • Incrementar la producción y el mantenimiento de vehículos de transporte colectivo (esta medida ya se aplicó con éxito en Fiat, Mercedes y Renault con la construcción de autobuses).
  • Estimular la inversión en I+D+i de las factorías automovilísticas, en nuestro caso Citroën, para hacer posible su adecuación ecológica.

En definitiva, lo que propongo es que, ya que se tiene que actuar (y gastar mucho dinero público), que se haga valorando todas las alternativas, razonando el gasto e invirtiendo en valores de futuro.